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Edicto de Constantino El Grande Cambio Efectuado por el Emperador Romano
Entre las varias reformas y leyes que implementó, introdujo el culto a las imágenes, el uso de palmas en la liturgia, y la transferencia de la santidad del sábado bíblico al domingo romano, conocido como el día del sol (en inglés aun hoy es llamado "Sunday").
En el año 62 a.C. se introdujo al imperio romano la adoración al dios Mitra, de origen Persa, y cuyo día de adoración era el domingo. La adoración a Mitra compitió con el cristianismo hasta el siglo IV. Originalmente era una religión casi secreta, exclusiva para los hombres, y así pasó a popularizarse entre las influyentes legiones romanas, y posteriormente en una gran parte del imperio. Como en todas las religiones mistéricas, los adeptos estaban obligados a mantener en secreto los rituales del culto, por lo que la documentación escrita concerniente al mitraísmo es muy escasa. Existen más bien una cantidad de pinturas y obras de arte que nos permiten conocer muy bien esta religión. El día en que se sacrificaba, de iniciación y de adoración a Mitra, era el domingo, es por ello que, por consejo de los obispos (el rango máximo en la jerarquía católica), suplantó al sábado, a fin de que los innumerables seguidores de Mitra, asociaran a Mitra con Dios. No olvidemos la enorme influencia de las legiones romanas en esa época: deponían emperadores así como los proclamaban (Constantino mismo depuso a uno), por lo que también Constantino tenía razones políticas para eliminar el sábado e imponer el domingo tan venerado como el día de Mitra.
Una curiosidad poco conocida es que la iglesia católica ubicó el día conmemorativo del nacimiento de Jesús en el 25 de diciembre, fecha en que casualmente se conmemoraba el nacimiento de Mitra.
El Edicto de Constantino La ley dictada por Constantino el 7 de marzo del año 321 d.C., relativa al día de descanso, era como sigue: "Que todos los jueces, y todos los habitantes de la ciudad, y todos los mercaderes y artesanos descansen el venerable día del sol. Empero que los labradores atiendan con plena libertad al cultivo de los campos; ya que acontece a menudo que ningún otro día es tan adecuado para la siembra del grano o para plantar la viña; de aquí que no se deba dejar pasar el tiempo favorable concedido por el cielo. Codex Justinianus, lib. 3, tít. 12, párr. 2 (3). La traducción de García del Corral del Latín al Castellano lee: "Descansen todos los jueces, la plebe de las ciudades, y los oficios de todas las artes el venerable día del sol. Pero trabajen libre y lícitamente en las faenas agrícolas los establecidos en los campos, pues acontece con frecuencia, que en ningún otro día se echa el grano a los surcos y se plantan vides en los hoyos más convenientemente, a fin de que con ocasión del momento no se pierda el beneficio concedido por la celestial providencia."- Código de Justiniano, lib. 3, tít. 12, párr. 2 (3) (en la edición, en Latín y Castellano, por García del Corral, del Cuerpo del Derecho Civil Romano, tomo 4, pág. 333, Barcelona, 1892). El original en latín se halla además en J. L. v. Mosheim: Institutionem Historia Ecclesiastica antiquioris et recensioris, sig. 4, parte 2, cap. 4, sec. 5, y en otras muchas obras.
La enemistad generalizada en Europa y Asia contra el judaísmo facilitó que la cristiandad ya paganizada aceptara sin objeciones este cambio a fin de no ser confundidos con los judíos al guardar el mismo día de reposo. Recordemos que los cristianos salieron con Cristo y los apóstoles de los judíos, y por lo tanto tenían casi exactamente las mismas tradiciones y costumbres nacionales, por lo que era difícil distinguir unos de otros. Aunque no puede precisarse con exactitud su fecha (se calcula que se llevó a cabo entre el 343 y el 381) el Concilio de Laodicea fué otro fuerte empuje hacia el cambio en el día de reposo; el Canon 29 lee así: “Los cristianos no judaizarán y estarán ociosos el sábado, sino que trabajarán en ese día; pero honrarán especialmente el día del Señor, y, siendo cristianos, no trabajarán, en lo posible, en ese día. Si, de cualquier modo, se los hallare judaizando, serán excluídos (excomulgados) de Cristo.” – Carlos José Hefele, en A History of the Councils of the Church (Una Historia de los Concilios de la Iglesia), tomo 2, ed. Inglesa, 1896, pág. 316. |
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